El cuarto intento, con la escampavía Yelcho.
Recordó Sir Ernest, que a su paso por Puerto Stanley había conocido al vicealmirante chileno don Joaquín Muñoz Hurtado, quien regresaba de una misión en Londres y que ahora era Director General de la Armada de Chile. Recurrió entonces a él. El Almirante Muñoz Hurtado dispuso prontamente que el comandante en jefe del Apostadero Naval de Magallanes, Contraalmirante don Luis Víctor López Salamanca, le proporcionara a Shackleton un buque.
En esa fecha, sólo se encontraban en Punta Arenas dos de las cuatro escampavías con que contaba el Apostadero Naval: la Yáñez y la Yelcho. Aún cuando ambas naves eran absolutamente inapropiadas para realizar en condiciones de invierno una empresa de esta suerte, debiendo optarse por una de ellas, se prefirió a la Yelcho. Esta era una nave relativamente vieja, construida en Glasgow en 1906, que había sido adquirida a la "Compañía Yelcho y Palena" en 1908. Tenía un porte de 480 toneladas, con una máquina con fuerza nominal de 64 HP y efectiva de 300 HP, que la impulsaba a 11 nudos, con una caldera cilíndrica a carbón, de 120 libras, que no había sido recorrida desde diciembre de 1913; no tenía calefacción, ni alumbrado eléctrico, ni radio, ni doblefondos y tenía las bordas bajas.
Enviarla a la Antártica era, simplemente, una audacia. El único atributo que podía exhibir para cumplir su misión, era la calidad, pericia y coraje de su gente. El buque fue alistado con la mayor urgencia posible, con lo que había disponible.
El comandante titular de la Yelcho, era el piloto 1° Francisco Miranda B., quien se encontraba enfermo, por lo que fue necesario reemplazarlo. Considerando lo potencialmente peligrosa que era la misión, el Apostadero Naval decidió llamar voluntarios. El primero que se presentó, fue el piloto Pardo. Frente a su determinación inexorable, a la reciedumbre de su expresión y a la seguridad de su voz, el mando naval pudo darse cuenta de que en presencia de ellos se hallaba un hombre de carácter. Porque, en verdad, el piloto Pardo no se propuso: se impuso. Desplegó las cartas de navegación, determinó la ruta y, enseguida, como si ya estuviese aceptado para el puesto de comandante de la Yelcho, manifestó que él escogería a los hombres que habían de acompañarlo en la aventura. No procedía sino transbordarlo, desde la Yáñez a la Yelcho. Lo secundaba el piloto Aguirre, que acababa de regresar del viaje de la goleta Emma. También se reforzó la marinería, reemplazando, el día 24, con sus similares de la Yáñez, que voluntariamente quisieron formar parte de la expedición, a tres cabos primeros fogoneros y cuatro guardianes primeros, todos del Territorio Marítimo, y agregando a un mecánico primero, procedente del pontón. Finalmente, se embarcaron Shackleton, Worsley y Crean, quedando todo listo para zarpar.